Líneas comestibles

A veces hago un dibujo por encargo para alguien especial y me dejo llevar fuera de mi zona de confort.
Es lo que me pasó con este diseño de un personaje ideado por mi amigo Afonso:

Nunca me he sentido especialmente cómoda con el color digital, ni de lejos tan a gusto como cuando dibujo con rotuladores o lápices de color, que me encantan y me abducen. Sin embargo, puedo pasarme horas usando los pinceles virtuales que imitan al lápiz o la pluma tradicional.

No es igual que trazar con lápices reales sobre papel, es una experiencia diferente, pero también muy satisfactoria.

No sé si tendrá algo que ver, pero también prefiero leer cómics que no están coloreados. La línea negra pura, densa, fluida, bien definida sobre el papel blanco, me produce una sensación parecida a la de… masticar algo delicioso. ¿Sabes a qué me refiero?

Una vez leí que unas personas relacionamos experiencias a modo de metáfora con el acto de comer, otras personas lo hacen con el sentido del tacto en términos de suavidad o aspereza, otras con la luz o el color… parece que no todas tenemos los sentidos igualmente desarrollados, y tendemos a metaforizar dentro del espectro de aquel que domina nuestras percepciones, o quizás, no les damos la misma importancia.

En mi vivencia, el sabor es algo silencioso, interno, invisible, profundo, y a menudo comparo el acto de leer un cómic con cuestiones alimentarias. Por ejemplo, leer un cómic bien narrado y con un ritmo imparable es igual que comer pipas.

El cómic lo saboreo, lo devoro, me alimento de páginas. A lo mejor es por eso que me resulta de vital necesidad.

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